martes, 7 de agosto de 2012

Si todos fuesen iguales a você, Jobim


     Antônio Carlos Jobim fue un compositor brasilero que supo encantar corazones tanto con su melodía emocional como con la fusión de la bossa nova y el jazz que le valieron ser uno de los más grandes creadores de música popular del siglo pasado.

  Tom Jobim compuso uno de los más bellos piropos que se han escuchado y que además se puede sambar, le cantaba junto a Vinícius de Moraes a la Garota de Ipanema que con su cuerpo dorado pasaba y llenaba el mundo entero de gracia haciéndole perder la cabeza aún con 18 años de diferencia. Luiza habrá sido otra de sus musas a la que le guardó siete mil amores. Y existe otra, sin nombre, a la que anheló entre melancolía, al pedido de Chega de saudade y a la carga con “Pues hay menos peces que nadan en el mar que los besos que daré en su boca”.
     Sus letras reflejan un sentimiento digno de un poeta. Al parecer Jobim tuvo una infancia complicada y canalizó sus emociones en las letras de canciones que fueron reversionadas hasta el hartazgo, Água de beber es un claro ejemplo: “Siempre he tenido una certeza que sólo me ha dado decepción. Es que el amor es una tristeza, demasiado daño para un corazón”.
  Brasilero radicado en Estados Unidos, exportó la bossa al mundo y llevó la imagen del Corcovado consigo, “Para pensar con calma y tener tiempo para soñar, desde la ventana se puede ver el Corcovado, el Redentor, ¡qué hermoso!”. Y así posicionó muchos de los paisajes de Brasil en clubes y hasta en bandas sonoras.
  Desafinado, la revancha que le debía a su crítica, la defensa de la bossa. Y las enseñanzas de A felicidade que parecen refranes y son realidades allá y en todos lados: “La felicidad de los pobres parece la gran ilusión del carnaval, la gente trabaja el año por un momento de sueño, para hacer la fantasía de rey, de pirata o de jardinera, para acabar con todo el miércoles. La tristeza no tiene fin, la felicidad sí”.



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